jueves, 30 de julio de 2020

Hechos 5

Buscas a Cristo y su historia y no sabes por donde empezar? Mi consejo es que abras tu Biblia y empieces a leer su vida. La puedes encontrar en el Nuevo Testamento. No lo demores, la lectura de la Biblia te enseñará quién es Jesús en realidad, Lee:




Hechos 5 - Biblia Reina Valera 1960


Ananías y Safira

1. Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad,
2. y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles.
3. Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?
4. Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios.
5. Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron.
6. Y levantándose los jóvenes, lo envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron.
7. Pasado un lapso como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido.
8. Entonces Pedro le dijo: Dime, ¿vendisteis en tanto la heredad? Y ella dijo: Sí, en tanto.
9. Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti.
10. Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido.
11. Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas.
Muchas señales y maravillas
12. Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón.
13. De los demás, ninguno se atrevía a juntarse con ellos; mas el pueblo los alababa grandemente.
14. Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres;
15. tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos.
16. Y aun de las ciudades vecinas muchos venían a Jerusalén, trayendo enfermos y atormentados de espíritus inmundos; y todos eran sanados.
Pedro y Juan son perseguidos
17. Entonces levantándose el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, se llenaron de celos;
18. y echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública.
19. Mas un ángel del Señor, abriendo de noche las puertas de la cárcel y sacándolos, dijo:
20. Id, y puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida.
21. Habiendo oído esto, entraron de mañana en el templo, y enseñaban. Entre tanto, vinieron el sumo sacerdote y los que estaban con él, y convocaron al concilio y a todos los ancianos de los hijos de Israel, y enviaron a la cárcel para que fuesen traídos.
22. Pero cuando llegaron los alguaciles, no los hallaron en la cárcel; entonces volvieron y dieron aviso,
23. diciendo: Por cierto, la cárcel hemos hallado cerrada con toda seguridad, y los guardas afuera de pie ante las puertas; mas cuando abrimos, a nadie hallamos dentro.
24. Cuando oyeron estas palabras el sumo sacerdote y el jefe de la guardia del templo y los principales sacerdotes, dudaban en qué vendría a parar aquello.
25. Pero viniendo uno, les dio esta noticia: He aquí, los varones que pusisteis en la cárcel están en el templo, y enseñan al pueblo.
26. Entonces fue el jefe de la guardia con los alguaciles, y los trajo sin violencia, porque temían ser apedreados por el pueblo.
27. Cuando los trajeron, los presentaron en el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó,
28. diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre.
29. Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.
30. El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un madero.
31. A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.
32. Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen.
33. Ellos, oyendo esto, se enfurecían y querían matarlos.
34. Entonces levantándose en el concilio un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, venerado de todo el pueblo, mandó que sacasen fuera por un momento a los apóstoles,
35. y luego dijo: Varones israelitas, mirad por vosotros lo que vais a hacer respecto a estos hombres.
36. Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que era alguien. A éste se unió un número como de cuatrocientos hombres; pero él fue muerto, y todos los que le obedecían fueron dispersados y reducidos a nada.
37. Después de éste, se levantó Judas el galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció también él, y todos los que le obedecían fueron dispersados.
38. Y ahora os digo: Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá;
39. mas si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios.
40. Y convinieron con él; y llamando a los apóstoles, después de azotarlos, les intimaron que no hablasen en el nombre de Jesús, y los pusieron en libertad.
41. Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre.
42. Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.

Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres
respondía Pedro ante el concilio y sus sacerdotes
el Dios de nuestros padres levantó a Jesús
para dar arrepentimiento y perdón de pecado en su nombre.

Nosotros somos testigos de estas cosas
y también el Espíritu Santo ha dado al que le obedece
Dios le ha exaltado  a su diestra por príncipe y salvador
y a todo su pueblo salvación le ofrece.

miércoles, 29 de julio de 2020

Hechos 4

Hola de nuevo, un nuevo capítulo para meditar en el y sacarle el máximo de partido a este libro maravilloso que nos cuenta la HISTORIA DE LA SALVACION. Haz de este libro, tu libro de lectura diaria, ponlo en tu mesita de noche y lee cada día su mensaje, el tiempo se acerca y Jesús está a las puertas, aprende todo lo que puedas de su SALVADOR.

Los Hechos

Capítulo 4

4:1 Hablando ellos al pueblo, vinieron sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la guardia del templo, y los saduceos,
4:2 resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos.
4:3 Y les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde.
4:4 Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el número de los varones era como cinco mil.
4:5 Aconteció al día siguiente, que se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los escribas,
4:6 y el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes;
4:7 y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?
4:8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel:
4:9 Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado,
4:10 sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano.
4:11 Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo.
4:12 Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
4:13 Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús.
4:14 Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba en pie con ellos, no podían decir nada en contra.
4:15 Entonces les ordenaron que saliesen del concilio; y conferenciaban entre sí,
4:16 diciendo: ¿Qué haremos con estos hombres? Porque de cierto, señal manifiesta ha sido hecha por ellos, notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar.
4:17 Sin embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este nombre.
4:18 Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús.
4:19 Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios;
4:20 porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.
4:21 Ellos entonces les amenazaron y les soltaron, no hallando ningún modo de castigarles, por causa del pueblo; porque todos glorificaban a Dios por lo que se había hecho,
4:22 ya que el hombre en quien se había hecho este milagro de sanidad, tenía más de cuarenta años.
4:23 Y puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho.
4:24 Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay;
4:25 que por boca de David tu siervo dijiste:
¿Por qué se amotinan las gentes, 
Y los pueblos piensan cosas vanas? 
4:26   Se reunieron los reyes de la tierra, 
Y los príncipes se juntaron en uno 
Contra el Señor, y contra su Cristo.
4:27 Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel,
4:28 para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera.
4:29 Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra,
4:30 mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús.
4:31 Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.
4:32 Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común.
4:33 Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos.
4:34 Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido,
4:35 y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad.
4:36 Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé (que traducido es, Hijo de consolación), levita, natural de Chipre,
4:37 como tenía una heredad, la vendió y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles.


En el nombre de Jesús de Nazaret
es sanado todo humilde pecador
bajo el cielo otro nombre nunca habrá
en el cual podamos hallar salvación.

Soberano Señor tu eres el Dios
que el cielo y la tierra formó
el mar y todo lo que en ellos hay
y nos dio a su Santo hijo para salvación. 

martes, 28 de julio de 2020

Hechos 3

Buenas tardes, os apetece leer otro capítulo de la Biblia? Pues aquí está:


Hechos 3

Hch 3:1 Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración.
Hch 3:2 Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo.
Hch 3:3 Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna.
Hch 3:4 Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos.
Hch 3:5 Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo.
Hch 3:6 Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.
Hch 3:7 Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos;
Hch 3:8 y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios.
Hch 3:9 Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios.
Hch 3:10 Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido.
Hch 3:11 Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón.
Hch 3:12 Viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿o por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste?
Hch 3:13 El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad.
Hch 3:14 Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida,
Hch 3:15 y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos.
Hch 3:16 Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros.
Hch 3:17 Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes.
Hch 3:18 Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer.
Hch 3:19 Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,
Hch 3:20 y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado;
Hch 3:21 a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.
Hch 3:22 Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable;
Hch 3:23 y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo.
Hch 3:24 Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días.
Hch 3:25 Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra.
Hch 3:26 A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad.

Levántate y anda, le dijo Pedro a él,
en el nombre, de Jesús de Nazaret.
Andando, saltando y alabando a Dios,
el cojo con Pedro, en el templo entró.

El Dios de Abraham, Isaac y Jacob
ha glorificado a su Hijo Jesús,
aunque romanos y Judíos
le hicieron morir en la Cruz.

Resucitado de los muertos
El era el autor de la vida
y por la fe en su nombre
hay sanidad para las almas perdidas.

lunes, 27 de julio de 2020

Hechos 2


Hola, aquí os dejo un nuevo capítulo para que lo disfrutéis. 💝💝


Hechos 2
Hch 2:1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.
Hch 2:2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados;
Hch 2:3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.
Hch 2:4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
Hch 2:5 Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo.
Hch 2:6 Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua.
Hch 2:7 Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan?

Hch 2:8 ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?
Hch 2:9 Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia,
Hch 2:10 en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de Africa más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos,

Hch 2:11 cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.
Hch 2:12 Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto?
Hch 2:13 Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto.
Hch 2:14 Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.
Hch 2:15 Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día.
Hch 2:16 Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:
Hch 2:17 Y en los postreros días, dice Dios,
Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,
Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;
Vuestros jóvenes verán visiones,
Y vuestros ancianos soñarán sueños;
Hch 2:18 Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días
Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.
Hch 2:19 Y daré prodigios arriba en el cielo,
Y señales abajo en la tierra,
Sangre y fuego y vapor de humo;
Hch 2:20 El sol se convertirá en tinieblas,
Y la luna en sangre,
Antes que venga el día del Señor,
Grande y manifiesto;
Hch 2:21 Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
Hch 2:22 Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis;
Hch 2:23 a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole;
Hch 2:24 al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella.
Hch 2:25 Porque David dice de él:
Veía al Señor siempre delante de mí;
Porque está a mi diestra, no seré conmovido.
Hch 2:26 Por lo cual mi corazón se alegró, y se gozó mi lengua,
Y aun mi carne descansará en esperanza;
Hch 2:27 Porque no dejarás mi alma en el Hades,
Ni permitirás que tu Santo vea corrupción.
Hch 2:28 Me hiciste conocer los caminos de la vida;
Me llenarás de gozo con tu presencia.
Hch 2:29 Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy.
Hch 2:30 Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono,
Hch 2:31 viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción.
Hch 2:32 A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.
Hch 2:33 Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.
Hch 2:34 Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice:
Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi diestra,
Hch 2:35 Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.
Hch 2:36 Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.
Hch 2:37 Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Hch 2:38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Hch 2:39 Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Hch 2:40 Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Hch 2:41 Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.
Hch 2:42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.
Hch 2:43 Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles.
Hch 2:44 Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas;
Hch 2:45 y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno.
Hch 2:46 Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón,
Hch 2:47 alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.

Y fueron todos llenos de Espíritu Santo
y comenzaron a hablar en lenguas
haciendo que todos los que le escuchaban
cada uno en su lengua el mensaje entendiera.

En los postreros días
derramaré mi espíritu sobre toda carne
y haré prodigios arriba en el cielo
el sol será tinieblas y la luna sangre.

Antes que venga el Día de Señor
grande y manifiesto
y todo aquel que invocare el nombre del Señor
será salvo y lleno de conocimiento.

A este Jesús que ellos crucificaron
Dios le ha hecho Señor y Cristo
para que los arrepentido tengan en El
perdón de pecados y vida en el Espíritu.

domingo, 26 de julio de 2020

Hechos 1

Hola amig@s, empezamos nuevo libro y esta vez se trata de Hechos de los Apóstoles.


Hechos 1

Hch 1:1 En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar,
Hch 1:2 hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido;
Hch 1:3 a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios.
Hch 1:4 Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.
Hch 1:5 Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.
Hch 1:6 Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?
Hch 1:7 Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad;
Hch 1:8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Hch 1:9 Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos.
Hch 1:10 Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas,
Hch 1:11 los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.
Hch 1:12 Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo.
Hch 1:13 Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo.
Hch 1:14 Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos.
Hch 1:15 En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en número), y dijo:
Hch 1:16 Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús,
Hch 1:17 y era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio.
Hch 1:18 Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron.
Hch 1:19 Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se llama en su propia lengua, Acéldama, que quiere decir, Campo de sangre.
Hch 1:20 Porque está escrito en el libro de los Salmos:
Sea hecha desierta su habitación,
Y no haya quien more en ella;
y: |par Tome otro su oficio.
Hch 1:21 Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros,
Hch 1:22 comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección.
Hch 1:23 Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías.
Hch 1:24 Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido,
Hch 1:25 para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar.
Hch 1:26 Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles.

El poder del Espíritu Santo les prometió
y una misión muy clara les encargó,
testigos me seréis por todo alrededor
hasta lo último de la tierra predicad mi amor.

¿Por qué estáis mirando al cielo?
este mismo Jesús así vendrá
del mismo modo que fue tomado al cielo
desde los cielos a salvarnos volverá.

viernes, 24 de julio de 2020

Juan 21


Jesús se aparece a siete de sus discípulos

1Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de Tiberias; y se manifestó de esta manera:
2Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Dídimo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos.
3Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada.
4Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús.
5Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No.
6El les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces.
7Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se echó al mar.
8Y los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red de peces, pues no distaban de tierra sino como doscientos codos.
9Al descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima de ellas, y pan.
10Jesús les dijo: Traed de los peces que acabáis de pescar.
11Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió.
12Les dijo Jesús: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú, quién eres? sabiendo que era el Señor.
13Vino, pues, Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado.
14Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber resucitado de los muertos.

Apacienta mis ovejas

15Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos.
16Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas.
17Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.
18De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras.
19Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme.

El discípulo amado

20Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar?
21Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste?
22Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú.
23Este dicho se extendió entonces entre los hermanos, que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti?
24Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero.
25Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén.



Una y otra vez
a los discípulos se manifestó,
una y otra vez nos dice:
soy yo, no tengáis ningún temor.

Una y otra vez pregunta
al cansado pecador
y tú querido, me amas?
responde; si, mi señor.

Síguele tú y no te importe
con otros que pasará.
Sígueme tú, nos invita
y esta oferta, no debemos rechazar.


martes, 21 de julio de 2020

Juan 20


La resurrección

El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro.
Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.
Y salieron Pedro y el otro discípulo, y fueron al sepulcro.
Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro.
Y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí, pero no entró.
Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí,
y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó.
Porque aún no habían entendido la Escritura, que era necesario que él resucitase de los muertos.
10 Y volvieron los discípulos a los suyos.

Jesús se aparece a María Magdalena

11 Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro;
12 y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto.
13 Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.
14 Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús.
15 Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré.
16 Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro).
17 Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.
18 Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas.

Jesús se aparece a los discípulos

19 Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros.
20 Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor.
21 Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío.
22 Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.
23 A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos.

Incredulidad de Tomás

24 Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino.
25 Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.
26 Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros.
27 Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
28 Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!
29 Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.

El propósito del libro

30 Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro.
31 Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.


Fueron al sepulcro y no lo encontraron
con tristeza y angustia todos le buscaron
porque no habían entendido la escritura
de que entre los muertos había de ser resucitado.

Llorando en esta vida a veces,
no podemos ver a Jesús,
seca tus lágrima y dile al mundo
que ¡¡ha resucitado y que vuelve en luz!!.

Bienaventurados los que sin ver creyeron
que Jesús era el Cristo, El Hijo de Dios,
pues creyendo tenemos vida eterna en su nombre
compartiendo la esperanza que El nos dio.